Ibn' Arabi: sólo existe la Unidad


Ibn Arabi fue un místico sufí, filósofo, poeta, viajero y sabio musulmán andalusí. Sus importantes aportaciones en muchos de los campos de las diferentes ciencias religiosas islámicas le han valido el sobrenombre de Vivificador de la Religión. Aunque los estudios orientalistas españoles lo han relacionado con la escuela de Ibn al-Arif (Abenalarif), y lo consideraron inicialmente más un filósofo que un sufí, los maestros sufíes de muchas órdenes desde hace siglos lo han considerado como un gran maestro conocedor por 'experiencia (espiritual) directa', al que incluso han dado el calificativo de Sheij al Akbar, "el más grande de los maestros". Su obra más importante es el al-Futuhat al-Makkiyya, traducido habitualmente como Las Iluminaciones de la Meca, que es un compendio de metafísica islámica, aunque abarca la mayoría de las ciencias tradicionales islámicas en sus más de 3.000 páginas. Según afirma Roberto Plá, traductor y comentarista del Tratado de la Unidad de Ibn Arabi en la edición de Sirio (2002), cuyas primeras líneas reproducimos aquí, este libro es un testimonio significativo del pensamiento sufí. Tras invocar en nombre de Alá, al que implora su ayuda, Ibn Arabi comienza explicando que sólo existe la Unidad. Señala que Él es el primero y el último: su Singularidad hace que no haya un después y, por consiguiente, lo convierte en el único Siguiente. De esta forma, la Unicidad y Singularidad de Él describen la eternidad y soledad absolutas propias de la Unidad. Dicha Unidad representa la culminación del proceso espiritual de los sufíes, el momento en que se llega al Conocimiento, también llamado Gnosis, donde se tiene conciencia de que el sí-mismo es Él. Se invita al lector interesado a leer la obra completa en su formato impreso en papel.


¡Gloria a Alá, ante cuya Unicidad no hay nada anterior, si no es Él, que es el Primero!

¡Gloria a Alá, después de cuya Singularidad no hay un después, si no es Él, que es el siguiente!

Con relación a Él no hay antes, ni después; ni alto ni bajo; ni cerca, ni lejos, ni cómo, ni qué, ni dónde, ni estado, ni sucesión de instantes, ni tiempo, ni espacio, ni ser. Él es tal como es. Él es el Único sin necesidad de la Unidad. Él es lo singular, sin necesidad de la Singularidad.

Él no está compuesto de nombre, ni de denominado, porque Él es el nombre y el denominado. No hay nombre salvo Él. No hay denominado salvo Él. Por ello se dice que Él es el nombre y el denominado.

Él es el Primero sin anterioridad. Él es el Último sin posterioridad. Él es Evidente sin exterioridad. Él es Oculto sin interioridad. Porque no hay anterior, ni posterior; no hay exterior, ni interior, sino Él.

Es necesario comprender este Misterio para no caer en el error de los que creen en las encarnaciones de la divinidad . Él no está en ninguna cosa y ninguna cosa está en Él. Es preciso conocerle pero no por la ciencia, la inteligencia, la imaginación, la sagacidad, los sentidos, la visión exterior, la visión interior, la comprensión o el razonamiento.

Nadie, salvo Él mismo, puede verle.
Nadie, salvo Él mismo, puede asirle.
Nadie, salvo Él mismo, puede conocerle.
Nadie distinto de Él puede ocultarle.
Él se ve y se conoce a Sí mismo.
Su velo impenetrable es su propia Unicidad.
Él mismo es su propio velo.
Su velo es su propia existencia.
Su Unicidad le vela de forma inexplicable.

Nadie le ha visto, le ve, o podrá verle jamás . Ningún profeta enviado ni ningún santo perfecto o ángel se le aproxima. Su profeta es Él. Su mensajero es Él. Su mensaje es Él. Su Palabra es Él. Él ha mandado Su “ipseidad” con Él mismo, de Él mismo y hacia Él mismo, sin ningún intermediario o causalidad exterior a Él mismo. Ninguna diferencia de tiempo, espacio o naturaleza hay entre Él que envía el mensaje, el mensaje y el destinatario del mensaje.

Su existencia está únicamente en los textos de la profecía. Sin embargo, sólo Él existe y no puede dejar de existir puesto que jamás vino a la existencia . Por eso ha dicho el Profeta: “Quien se conoce a sí mismo conoce a su Señor” . También ha dicho: “Yo conozco a mi Señor, por mi Señor”. El Profeta de Alá ha querido hacerte comprender que tú no eres tú, sino Él: Él y no tú; que Él no cabe en ti y tú no cabes en Él; que Él no sale de ti y tú no sales de Él.

Lo que quiero decir es que tú no eres, o posees tal o cual cualidad, que no existes y que no existirás jamás, ni por ti mismo, ni por Él, en Él o con Él. Tú no puedes cesar de ser, porque no eres. Tú eres Él y Él es tú, sin ninguna dependencia o casualidad. Si alcanzas a reconocer en tu existencia esta cualidad de la nada, entonces conoces a Alá. En otro caso, no.


ORACIÓN DE LA UNIDAD

Concédenos, Señor, la conciencia absoluta y eterna de la Unidad.

Que nuestros pensamientos, palabras y actos sean siempre Sus pensamientos, Sus palabras y Sus actos.

Que la mutación de nuestra conciencia y la Suya no nos haga sentirnos elegidos Suyos.

Concédenos, Señor, morir para los atributos al fin y para siempre.

Que la nada nos acoja y pacifique.

Que no florezca en nosotros la Unidad.

Sólo que la Unidad sea, para que no aparezca manchada con la sombra nuestra.

Concédenos, Señor, que cese nuestra mente por la muerte real o figurada.

Que algo de la mente recuerde cuando cese que la mente suspendida es la Unidad.

Que la mente sepa y no olvide que cuando cesa, ella eres Tú.

Concédenos, Señor, que conozcamos que todo nos ha sido concedido en el principio.

Que seamos felices con la felicidad que somos.

Que conozcamos con el conocimiento que somos.

Que amemos con la llama del Amor que somos.

Concédenos, Señor, lo único que aún no nos tienes concedido:

Que el Señor reconozca al Señor en el Señor.


(Traducción de J. Pla. Publicado por la editorial Sirio)


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Anima Mundi es un blog cuya pretensión es la de invitar a los lectores  del siglo XXI a conocer la tradición espiritual que ha nutrido a la humanidad desde que se tiene noticia. Recogemos textos de todos los tiempos y de todas las culturas cuyo nexo común es el de abrirse a la trascendencia, pues existe una corriente que hermana a las distintas religiones, más allá de sus diferencias aparentes.


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