Joseph Joubert (1754-1824) fue un moralista y ensayista francés recordado sobre todo por sus Pensamientos, publicados póstumamente. Asistió desde los 14 años a un colegio religioso en Toulouse, donde posteriormente fue profesor hasta el año 1776. En 1778 fue a París donde conoció a D'Alembert y Diderot, entre otros. Posteriormente se hizo amigo del joven escritor y diplomático Chateaubriand. Colaboró, en un primer momento, con la Revolución, aunque pronto perdió toda ilusión por el ideal revolucionario. Joubert no publicó nada en vida, pero tuvo una amplia correspondencia y llenó muchos cuadernos con pensamientos sobre la naturaleza del ser humano y la literatura. En tiempos de Napoleón fue nombrado Inspector General de la Universidad. Influido por el epicureísmo, Joubert se tomó con buen humor su propio sufrimiento ya que creía que la enfermedad afinaba el alma. Cuando murió, su viuda confió a Chateaubriand sus apuntes y, en 1838, éste publicó una selección. En Joubert encontramos abundantes referencias a Dios, desde una perspectiva íntima y confesional, alejada de las disquisiciones teológicas. Su perspectiva es moralista y literaria, pero su contenido resulta encantador por lo que tiene de franqueza y confesión personal. En una época que asistía a la retirada de los valores cristianos, arrollados por el ímpetú de la Modernidad, constituye un inestimable testimonio de resistencia y lealtad a los principios que han cimentado nuestra tradición espiritual.
Dios, el único espejo en el que es posible conocerse. En todos los demás sólo nos vemos.
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Dios es el lugar en el que no me acuerdo de todo lo demás.
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Dios ha hecho la vida para ser practicada (el mundo para ser habitado), no para ser conocida.
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La verdad consiste en tener acerca de una cosa una opinión parecida al pensamiento de Dios. La felicidad que nos proporciona es la de ser semejantes en ese punto al propio Dios.
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Dios. No estaría mal representarlo por medio de perfumes y de luz, la luz en medio.
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Nuestra sabiduría es la única medida de la que disponemos para juzgar la de Dios.
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La Biblia es la historia de Dios.
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Donde los demás dicen Dios, el materialista se ve obligado a utilizar palabras abstractas, como naturaleza.
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Cuando Dios se retira del mundo, el sabio se retira en Dios.
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Eterno, inmenso, infinito, Dios sólo tiene amores desmesurados.
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Dios no hace nada que no sea para la eternidad.
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Todos aquellos que han pensado mucho en Dios, sin duda algún día le verán.
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Dios.- Hay muchas cosas que hay que dejar en la vida y que no hay que meter en los libros.
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Dios.- Todos los demás seres se distinguen por su sombra, pero Él se distingue por su luz.
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Los que sienten a Dios como luz y los que lo sienten como norma.
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La mano de Dios está llena de verdades.
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Si durante el sueño Dios habla al alma, es algo que no sabemos.
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Dios no está solo. No se contenta con verse. Es visto, alguien le ve. ¿Los ángeles? ¿Y por qué no también las almas? A Dios le gusta que le conozcan.
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Digamos: "Cuando mires al cielo, adora las nubes". Es decir: "Ama a Dios en su oscuridad".
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Dios se sirve de todo, incluso de nuestras ilusiones.
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Los males vienen de la necesidad y del orden, y los bienes de la voluntad de Dios.
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Ninguna obra es hermosa si Dios no está en ella, ya sea oculto, ya manifiesto.
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Hay que ceder al cielo y resistir a los hombres.
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El cielo no nos debe lo que nos da, y a menudo nos da lo que no nos debe.
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Anima Mundi es un blog cuya pretensión es la de invitar a los lectores del siglo XXI a conocer la tradición espiritual que ha nutrido a la humanidad desde que se tiene noticia. Recogemos textos de todos los tiempos y de todas las culturas cuyo nexo común es el de abrirse a la trascendencia, pues existe una corriente que hermana a las distintas religiones, más allá de sus diferencias aparentes.
ESTUDIOS
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