Kabir: el aliento de lo que respira


Kabir (1440-1518) es uno de los más exquisitos poetas del hinduismo. Nacido en Benarés, de padres mahometanos, pronto fue discípulo de Ramananda, el asceta hindú que introdujo en el norte de la India la restauración religiosa que Ramanuja, el gran reformador del brahmanismo en el siglo XII, había iniciado en el sur. Esta restauración correspondía, en parte, a la reacción contra el creciente formalismo del culto ortodoxo y, en parte, a las exigencias del corazón contra el intenso intelectualismo de la filosofía Vedanta, así como contra el exagerado monismo que esa filosofía proclamaba. Se manifestó esta reacción en la ardiente y concreta devoción de Ramanuja hacia el dios Vishriu, como representativo del aspecto personal de la Naturaleza divina, esa mística "religión del amor" que aparece siempre a cierto nivel de la cultura espiritual, y que no pueden sofocar credos ni filosofías. Aunque es propio del  hinduísmo ese tipo de devoción, como lo atestiguan multitud de pasajes del Bhagavad Gita, existe en este despertar medieval un profundo elemento de sincretismo. Ramananda, a través de quien percibió Kabir este elemento, era hombre de vasta cultura religiosa y henchido de entusiasmo misionero. Coincidiendo con el momento en que la apasionada poesía y la filosofía profunda de los grandes místicos persas, Attar, Sadi, Jalulu'ddin Rumi y Hafiz, ejercían poderosa inlluencia sobre el pensamiento religioso de la India, soñó Ramananda en reconciliar ese intenso y personal misticismo mahometano con la tradición teología del brahmanismo. Reprodumos algunos de los poemas recogidos en el libro Cánticos a la esencia, publicado por la editorial El Aleph.

I

¡Oh servidor! ¿Dónde me buscas?
¡Si estoy junto a ti!
No me hallarás ni en la mezquita ni en el templo,
ni en la Kaaba ni en Kailasa;
tampoco en ritos ni en ceremonias,
ni en el Yoga ni en la renunciación.
Si en verdad me buscas, pronto me verás,
muy pronto, sin que el mínimo tiempo transcurra.
"Oh, sadhu. Dios es el aliento 
de todo lo que respira."

II

No es necesario preguntar al santo
a qué casta pertenece:
sacerdote, guerrero, mercader; todas,
las treinta y seis castas, por igual
buscan a Dios.
Absurdo es preguntar al santo por su casta.
El barbero, el carpintero y la lavandera
buscan a Dios.
Incluso Raldas va en su búsqueda.
El Rishi Suachapa era curtidor de origen.
Tanto hindúes como mahometanos
Lo buscan a Él,
que no está en las distinciones.

III

Amigo, espéralo mientras vivas,
conócelo y compréndelo:
en esta vida mora la liberación.
Si no te sueltas del apego en vida
¿cómo esperas lograrlo al morir?
No es sino sueño pensar que a Él,
al dejar el cuerpo, el alma se unirá:
Si ahora lo hallaste, también después lo hallarás;
si no, será morar en la Ciudad de la Muerte.
Si la unión se alcanza en el Presente,
mañana seguirá.
En la Verdad, sumérgete; conoce al Maestro
verdadero, en el auténtico Nombre
ten fe: "Es la búsqueda lo esencial.
Soy esclavo de la esencia de la búsqueda".

IV

No busques el jardín florido,
oh amigo, no lo busques;
en tu cuerpo florece
el más glorioso de los jardines.
Siéntate en el loto de mil pétalos
y contempla la infinita Belleza.

V

Hermano, cómo renunciar a la ilusión.
Desaté los lazos, pero mantuve la atadura
del vestido que me cubría.
Me liberé del vestido
pero cubrí mi cuerpo con sus pliegues.
Así, al renunciar a la pasión, veo
que la ira continúa envolviéndome;
que si renuncio a la ira, perdura el deseo;
que cuando el deseo he vencido,
el orgullo y la jactancia subsisten:
que cuando la mente se libera y rechaza la ilusión,
todavía se aferra a la letra.
"Escucha, querido sadhu:
raro es encontrar el camino".

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Anima Mundi es un blog cuya pretensión es la de invitar a los lectores  del siglo XXI a conocer la tradición espiritual que ha nutrido a la humanidad desde que se tiene noticia. Recogemos textos de todos los tiempos y de todas las culturas cuyo nexo común es el de abrirse a la trascendencia, pues existe una corriente que hermana a las distintas religiones, más allá de sus diferencias aparentes.


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